viernes, 2 de octubre de 2020

NO PODÍA VENIR EN OTRO MOMENTO

 

 Por:

 

W A L T H E R


Quisiera compartir con los fieles lectores de VOZPENSANTE unos breves comentarios y reflexiones derivados de la entretenida lectura que hice del capítulo uno del libro “Vida y Misterio de Jesús de Nazaret” del autor José Luis Martín Descalzo.

Me resultan fundamental y hasta sorprendentes los antecedentes proporcionados por el texto, lo bien que detalla el contexto sociocultural, económico, geopolítico y hasta religioso/moral de la sociedad romana de los tiempos de Jesús. El detalle descriptivo que se hace de los vicios y algunas malas prácticas normalizadas dan cuenta de una sociedad que no siempre fue lo completamente ideal y romántica, tal y cual se nos pinta en heroicas filmaciones cinematográficas.

El relato proporcionado me y nos aterriza a un realismo necesario para incorporar a nuestro criterio personal una base mucho más sólida y objetiva respecto al escenario en el cual tuvo que hacerse presente Jesús. Jesús, el niño humano divino en medio de una sociedad perversa, corrompida y políticamente muy turbulenta, incluidos los mismos judíos que en conspiración con el dominador romano hicieron gala de una corrupción no menos digna que la romana.

Jesús, no podía venir en otro momento de la historia, incluso hasta las condiciones culturales eran propicias para la aparición del Salvador, el idioma griego predominante, la construcción de grandes obras viales facilitarían la difusión de un mensaje que vendría a llenar un vacío espiritual o mejor dicho, aportar con luz a una confusión religiosa que impregnaba todo el imperio, principalmente la palestina sometida. Jesús vendría a dar las certezas que se habían perdido, vendría a indicar el camino y la verdad ignorados por tanto tiempo. Las muchedumbres ávidas de un guía espiritual que aunara y contrarrestara el influjo de orientalismo y politeísmo de occidente, oriente próximo y más allá.

Los evangelios confirman el texto leído, pues en ellos se describen en palabras del mismo Jesús y de sus apóstoles el ministerio hacia las prostitutas, ciegos, paralíticos, esclavos, soldados, nacionales y extranjeros, justamente aquellos que estaban en desesperanza e injusticia. Cibeles y Júpiter al parecer no satisfacían las expectativas de los más desposeídos, menos la figura de un emperador empoderado hasta la divinidad.

El testimonio de vida de Jesús, sencillo, humilde y cercano contrastaba notablemente con el lujo y pompa de los gobernantes y reyes, de las gulas y exhibiciones de riqueza, he aquí uno que no tenía nada que ver con el “espíritu del mundo” su vida no brillaba con las joyas traídas de alguna conquista, sino que su resplandor radicaba en la belleza de su carácter.

En una sociedad podrida como dice el autor, tuvo que abrirse camino el santo y perfecto hijo de Dios.

La lectura del texto me plantea varios desafíos. El primero es considerar la importancia trascendente de considerar el contexto cultural, moral, económico e incluso geopolítico a la hora de leer los testimonios escriturales respecto de las experiencias relatadas por los profetas, apóstoles y nuestro Señor mismo. Como Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, sin embargo los autores bíblicos, o mejor dicho los testigos bíblicos vivieron y escribieron en circunstancias distintas, en condiciones que los rodeaban que no necesariamente deben ser las mismas hoy, y que esas circunstancias delinearon su visión a la hora de plasmar por escrito sus experiencias.

Segundo, investigar con una amplia y rica bibliografía los antecedentes entregados por otros testigos, biógrafos, historiadores e incluso poetas como bien cita el autor. Esos antecedentes vienen a armar toda la estructura testimonial. Tercero, analizar la naturaleza de cada imperio o civilización, especialmente su religión, cultos, misterios y ceremonias en las cuales el cristianismo tuvo que tener contacto directo, y como esta se desarrolló a pesar de las vicisitudes, no sin serios problemas en muchas ocasiones. Y cuarto, y creo que es el más valioso de todos y que me ayudo en esta ocasión a analizar y aprender, y es librarse de preconceptos y nociones previas que se puedan tener tanto de personas como de culturas. Entender que para aprender debemos asumir la actitud de que tenemos mucho que aprender y reconocer humildemente que no lo sabemos todo. Que de cada lectura podemos extraer algún detalle que nos faltaba o puntos de vista que no habíamos considerado y que vienen a robustecer nuestro entendimiento de la historia de la iglesia cristiana.