martes, 13 de diciembre de 2022

LA AMÉRICA PRIMITIVA


 

ANÁLISIS Y PROPUESTAS BASADAS INTERGAMENTE

 EN LAS CLASES DICTADAS POR EL MAESTRO DON ÁNGEL SOTO 

(Chileno, Profesor de la Universidad de los Andes, Chile, Es Doctor en historia de la Universidad Complutense, Magíster en Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Chile, autor de varios libros, etc...) 

Clases del 15 de noviembre de 2022 en Santiago de Chile



Por:

W A L T H E R

 

Hispanoamérica siempre ha estado entre mis inquietudes, siempre la he observado con ansiedad e impotencia. Mi impresión general, y sin asirme de ninguna ideología o discurso político, es que es un continente estancado. Sí, un continente hundido en el lodo, o al menos, en arenas movedizas, y esto lo expreso desde el sentido común y la simple observación histórica, no sólo respecto de mi país chile, sino del resto de países que son vecinos y más allá, Centroamérica toda. Quién no ha visto u oído de la miseria y subdesarrollo de el Salvador, Honduras, Guatemala o Cuba, ni que decir de Haití. Literalmente por décadas sólo nos enteramos de masivas emigraciones de centro americanos a Estados Unidos, Canadá o Europa. ¿Por qué? Y no sólo huyen de la miseria, sino también por la falta de oportunidades y libertad. Algo subyace en la misma naturaleza humana, que en algún momento de la existencia nos lleva a realizar reflexiones, a ésta sigue la comparación, luego la aspiración, terminando en frustración. Ésta frustración, mueve a la acción, pues desde el más capacitado profesional al más humilde ciudadano está inmerso en la búsqueda de la felicidad y prosperidad, o al menos estabilidad y tranquilidad social, económica y laboral que le permita lograr un estándar de vida que le dé una calidad de vida digna.

¿Pero qué sucede en Hispanoamérica? ¿Qué motiva que sea conocida como “el patio trasero” de Estados Unidos (país del primero mundo)? El gran Simón Bolívar antes de morir el 9 de noviembre de 1830 dijo: “La única cosa que se puede hacer en América (latina) es emigrar” o también ésta impactante frase del mismo prócer: “Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último periodo de la América...(latina)”. Y qué decir del calificativo de “república bananera” para designar especialmente a países centroamericanos, su corrupción, inestabilidad y limitada dependencia de la exportación de productos de bajo valor añadido.

Al recordar las entretenidas e ilustradas clases del gran profesor e historiador chileno Ángel Soto, donde hacía mención a algunas teorías que explicarían el retraso y la pobreza de los países, y lo hacía también formulando dos preguntas, la primera ¿Por qué américa latina es pobre? Y mencionaba algunas posibles razones de índole económica, política y geo estratégicas, luego afirmaba categóricamente que “lo natural, es que los países sean pobres”; y reiteraba, “el estado natural de los países es ser pobres”, para luego razonar que en realidad deberíamos reformular la pregunta (segunda pregunta) ¿Por qué los países son ricos?

Me permito reverentemente en éste breve ensayo contestar y exponer mi parecer respeto a éstas inquietudes y otras con sabor a desafío que presenta el profesor Soto. La categórica afirmación (o por lo menos así me pareció a mí) de que “lo natural, es que los países sean pobres”, en estricto rigor ningún país es pobre, desde los humildes recursos naturales que puedan tener, hasta el capital histórico-cultural que configuran sus particularismos, y que lo hacen ser lo que son, constituyen su riqueza, lo que he venido a llamar “la riqueza natural originaria”.  Otra cosa totalmente distinta es que esa riqueza natural y originaria sea irresponsablemente ignorada, desmantelada, extinguida o en el caso de la cultura, deconstruida por los mismos elementos humanos que deberían ser conservadores, custodios y buenos administradores de esa riqueza, en tal caso, podría considerar como correcta la afirmación de que “lo natural, es que los países sean pobres” en tanto y en cuanto se naturalice atentar contra esa riqueza natural y originaria, asumiendo como natural la pobreza de un país originalmente rico, despojándolo de su condición de riqueza original.

El razonamiento anterior me serviría para responder fácilmente a la segunda declaración de que “el estado natural de los países es ser pobres”, a lo cual replico, que el estado natural de los países es y seguirá siendo de una tremenda riqueza originariamente integral, por el sólo hecho de estar en su “estado natural” ya posee una riqueza intrínseca.

Las afirmaciones “lo natural, es que los países sean pobres” y “el estado natural de los países es ser pobres” pueden encontrar asidero en la realidad hispanoamericana, en la medida en que identifiquemos correctamente la variante que altera el estado de riqueza natural originaria de cada país. Y es a esa variante a la que quiero apuntar.

Si bien considero que la perspectiva con la cual el profesor presenta la situación hispanoamericana es eminentemente economicista, en sus análisis logra ampliar su mirada e incluso adentrarse en lo histórico y social, sin embargo, en mi modesta opinión no considera el gran factor que subyace en la esencia misma del persistente anquilosamiento continental, factor que es transversal al mismo ser-hispanoamericano, que en mayor o menor intensidad afecta por generaciones a todos los habitantes en cuestión, y es el cultural. En efecto, resulta ineludible hacer referencia a la “herencia cultural” con todo lo que eso implica en términos de cosmovisiones de la vida y la sociedad, y como éstas se enquistan en el ideario colectivo perpetuándose en el estilo de vida de generación en generación.

Para profundizar más en éste “factor cultural” que según mi perspectiva es la única y determinante razón por la cual Hispanoamérica es un territorio que sobrevive por siglos entre la barbarie y la esperanza, solo debemos remitirnos a nuestros descubridores, conquistadores y su origen cultural. ¿Podría incidir el factor cultural de tal forma que condene a un continente al fracaso? Creo que la respuesta a ésta pregunta está respondida por la misma evidencia empírica. No importa bajo que teoría política se administre un país, no importa la ideología que impregne la sociedad, ni el nivel de prosperidad que ésta alcance, Hispanoamérica comparte una misma idiosincrasia de esencia primitivista, transmitida de familia a familia, de tradición a tradición, de costumbres a costumbres que una y otra vez la volverán al punto de partida.

Para radiografiar la idiosincrasia y cultura Hispanoamérica y ver su genuina realidad, sería muy elocuente contrastarla con otra idiosincrasia y cultura que, a diferencia de la latina, ha resultado a través de los siglos mucho más productiva. Y ésta es la americana anglosajona, que hereda su cultura del norte de Europa, con fuerte raigambre protestante, principalmente calvinista, en contraposición a la latina de herencia hispánica y religión católica romana.

Efectivamente, la reforma protestante hizo un aporte invaluable de “rescate social” respecto del estancamiento en que las poblaciones europeas supersticiosas, ignorantes y sin aspiraciones se encontraban. Una Europa sin posibilidades de desarrollo y libertad. Una sociedad medieval sometida fuertemente a la estratificación social, sin desarrollo laboral y nula posibilidad de desplegar libremente proyectos de vida individual. El protestantismo vino a romper el Statu quo avalado y defendido por el romanismo, por fin las mentes recuperan su libertad de conciencia, de expresión y de religión. De ahí en adelante es historia conocida, las sociedades que adoptan el protestantismo lo que hacen es adoptar las ideas de la libertad en una amplitud de campos, incluido el científico, económico y el político, de ahí el comienzo del fin de la era de oscurantismo.

Desde el punto de viste económico, podemos señalar que éste ámbito se ve tremendamente reconfigurado por la introducción de lo que se llamó “la ética protestante del trabajo” entendido desde una perspectiva del “sacrificio”, “sacrificarse”, “esforzarse”, contraria a la idea parasitaria y anti cristiana de santificación de la pobreza y del ser pobre como virtud se deja atrás, comienza una revolución cultural que da nuevos aires a las aspiraciones individuales de prosperidad. Las nuevas revelaciones morales, éticas y religiosas derivadas de la lectura en idioma vernáculo de las sagradas escrituras crean en el individuo la idea genuina de respeto, temor y reverencia a Dios, se cultiva una disposición a la gratitud hacia la Divinidad y a la conformación de la vida cotidiana a los principios éticos en la convivencia social, de respeto por la dignidad humana, la propiedad privada y al sustento económico como resultado del propio esfuerzo. En otras palabras, se instalan valores fundamentales para una sociedad sana y libre como es la “meritocracia” y la igualdad entendida como igualdad de oportunidades. El paradigma laboral cambia radicalmente, ya no se trabaja necesariamente por obligación, ambición o necesidad, sino por vocación, porque se ama lo que se hace, porque es lo que quiero, y como fruto, pues soy eficiente y responsable. “el trabajo glorifica a Dios”. Ésta misma ética protestante incentiva el ahorro, y la mesura a la hora de gastar, con lo cual se instala el capitalismo que tanta prosperidad ha traído a las naciones que adoptaron ésta ética.

A diferencia de las sociedades que continuaron atadas a la oscuridad católica romana incluidas las hispanoamericanas que siguen culturalmente hasta hoy cooptadas con la idea de dependencia a los estamentos, de mirar a los prósperos como inalcanzables y de conformismo parasitario. Sin ahondar en las grandes diferencias entre estas sociedades respecto a su nivel educacional y científico que en países protestantes desde el siglo XVI se disparan de manera exponencial. En definitiva, el protestantismo viene a gatillar la libertad humana frente a la esclavitud y tinieblas papistas. He aquí, en éste trance histórico, donde localizo el germen del fracaso hispanoamericano, en principios, valores y visiones contrarios a la ética del trabajo y a la libertad, es una región culturalmente primitiva. Con esto doy respuesta a la primera pregunta del profesor Soto ¿Por qué américa latina es pobre?

La respuesta a la primera pregunta, responde por defecto la segunda ¿Por qué los países son ricos? Porque la gestión económica de la riqueza natural originaria ha sido eficiente, porque se han adoptado los principios culturales que hacen de la idiosincrasia de un país un factor basal para el éxito. En definitiva, son las políticas, estrategias económicas y valores culturales que los mismos habitantes adoptan las que determinan que un país de por si rico originariamente, sea aún más rico y exitoso o termine en la pobreza más abyecta.

Hay una tercera pregunta planteada por el profesor Soto, también con aroma a desafío y es ¿será chile el tercer caso de desarrollo frustrado de américa latina?

A diferencia del profesor Soto, creo que la historia es ecléctica, pues en ella confluyen o podemos conciliar una serie de acontecimientos sinápticos, y que corresponden a hechos y experiencias circunstanciales únicos e irrepetibles, pero también otros hechos de carácter cíclico o lineal.  ¿Qué quiero expresar con esto?

Primero, el devenir histórico es un desarrollo, el desarrollo de sucesos eminentemente humanos a través del tiempo, por ende, hay una “acumulación” de hechos que ya acontecieron y pasan a ser parte de un pasado que va quedando cada vez más y más atrás, sin embargo, de todo este cúmulo de experiencias humanas quedan en la memoria y en los anales del recuerdo los más relevantes y determinantes, aquellos que “cambiaron la historia” o incidieron notablemente en su desarrollo posterior. Segundo, tenemos una “producción” presente de hechos en tiempo real, in situ, en el aquí y ahora, y que “provee” experiencias que al cabo de cierto breve instante derivan en pasado (inmediato, reciente o lejano). Tercero, tenemos los hechos futuros, o próximos, y que sucederán según la pauta que los acontecimientos presentes van indicando.

 Pero siempre éste devenir histórico avanza, se despliega, se extiende hacia adelante, nunca retrocede hacia hechos ya acontecidos, primero porque hasta donde yo sé, la máquina del tiempo aún no ha sido creada, y los relatos de J.J. Benítez son producto de su imaginación como él mismo admite en un uno de sus prólogos de “Caballo de Troya”. Es ene este sentido que podríamos considerar la historia como lineal, inicia en algún momento determinado obviamente atendiendo a la naturaleza mortal del Ser-humano y se proyecta hacia adelante, hacia otro tiempo indeterminado y desconocido, el cual puede ser observado, recordado y medido en toda su extensión conocida por quienes viven el presente.

Como señalaba hace un momento, la historia es el desarrollo de sucesos eminentemente humanos a través del tiempo y como tal, esto nos debería hacer reconocer, que las sociedades humanas han construido hábitos, costumbres, modos de existir característicos muy particulares según cada grupo, patrones de convivencias y códigos sociales y comunicativos que les permiten relacionarse con quienes compartan los mismos intereses. Estamos hablando de elementos tan íntimos como los psíquicos, genéticos y emocionales, que en conjunción con factores ambientales van conformando la cultura. De ahí que, si bien las sociedades pueden experimentar hechos circunstanciales, extraños o ajenos a la identidad propia de cada sociedad, la regla general es que los factores culturales de origen y adquiridos, incluyendo la escala de valores éticos y morales influyan en conductas sociales reiterativas y recurrentes cada cierto lapso de tiempo. En este sentido podríamos acercarnos a un devenir histórico cíclico. Las experiencias humanas a lo largo de la historia nunca son las mismas o iguales, pero son parecidas o similares. Cada idiosincrasia propia de una sociedad humana está construida y determinada por factores culturales que la hacen ser de una manera y no otra.

Así, concluyo que la realidad histórica está constituida por una gran armonía de experiencias y conductas humanas que inevitablemente avanzan con matices, cambios y alteraciones circunstanciales, pero que obedecen en términos generales a patrones claramente reconocibles y predecibles.

Tomando en cuenta lo expuesto, no sólo podemos determinar el destino de Chile, sino también de toda Hispanoamérica.



sábado, 29 de octubre de 2022

DE LOS LADRADORES CALLEJEROS Y SU MD

 



Por:

W A L T H E R


Antes de comenzar mis desencarnadas observaciones, respecto de lo que hace ya bastante tiempo creo, y como resultado espontaneo de una dilatada observación de los hechos, una contundente comparación e investigación teológica, la indignación, impotencia y vergüenzas ajenas acumuladas, es que apelo a la objetividad, racionalidad, sentido común y humildad de quienes se sientan aludidos. No es tarea fácil ser introspectivo y auto critico cuando eres parte sustancial del sector aludido. Como tampoco es fácil para el aludido asimilar las declaraciones del que alude. Por ende, me encuentro en la disyuntiva de ser tanto emisor como receptor de las alusiones.

 Quiero recalcar, ante todo, que soy un actor involucrado, pero también testigo y observador, y como tal, necesito y debo presentar si fuese necesario, elocuente parresía, atrevidas quejas, osada oposición. En definitiva, soy un aventajado observador que manifiesta una protesta. Soy un protestante.

Es realmente impresionante, caminar por las calles de una ciudad, y de pronto notar que a lo lejos se escuchan violentos voceríos, como si de algún escándalo se tratase, y que a veces son acompañados por el desparpajo de cómplices espectadores. El frenético barullo intimida aun estando a muchos metros de él, asusta, despierta nerviosismo e incita a desviarse de camino, no vaya a hacer que esté en peligro la integridad física de alguien, sin duda la sensación es de amenaza latente. Pero en mi caso, prefiero acercarme al epicentro del tornado y darme por enterado, ya que el uso de los ya tan populares amplificadores y micrófonos permiten que a cierta distancia se logre distinguir algo de los garabatos misilísticos lanzados por tan refinados artilleros de la fe.

Lástima y vergüenza es lo primero que experimento al ver predicadores callejeros en mi país. No lo digo con malicia ni jactancia, no quisiese decir esto, pero es inevitable. Lo primero que hago al encontrar a una de éstas personas vociferando por la calle, es situarme muy cerca de ellas, hacer un esfuerzo por escucharla un momento, sólo me toma unos segundos para absorber toda su peculiaridad histriónica, sus intimidantes y neuróticas gesticulaciones, sus intimidantes o a veces erráticos desplazamientos, su seudo retórica balbuceante, ininteligible, inexplicable, repetitiva, repulsiva, degradante, agonizante, incoherente, quejosa, victimizante, miserable, irracional y patética. He visto algunos escupiendo alaridos cual seres primitivos, sólo les faltaría botar fuego por su garganta como dragón de cuentos. Otros pareciesen que están a punto de golpear a los transeúntes. Otros dan saltos sin sentido, hacen movimientos violentos, contorsiones infernales, golpean el suelo con sus pies haciendo sonar sus zapatos prepotentemente. Unos logran vomitar dos o tres frases, para luego entonar de sopetón y por unos segundos alguna estrofa de una canción o himno, repiten constantemente palabras a modo de muletillas como para rellenar espacios ante la falta de argumentos o escases de vocabulario. Su puesta en escena es la de enajenados mentales y perturbados sin razón. Oírlos, sobre todo usando equipos electrónicos, es una real tortura que estremece el ser.

 No logro comprender como alguien de entre sus manadas, moderadamente criterioso y con una pisca de sentido común, no logra advertir el evidente nivel de perturbación en la que han caído la inmensa mayoría de los ladradores callejeros. ¿Es tal el nivel de ceguera que poseen, que no ven el daño irreparable que le hacen a la causa que dicen representar? ¿Es tan grande el orgullo, que no les permite admitir que llevan décadas desacreditando el evangelio? ¿Cómo pueden sentirse orgullosos, o lo peor de todo, dignos de tan bochornosos espectáculos? ¡Si hasta tienen la ocurrencia de disfrazarse con traje y corbata para hacer el numerito! ¡Mil veces prefería escuchar las lecciones de Zenon en la Stoa, o las de Epicteto en Roma! Donde ciertamente se apelaría a la inteligencia, racionalidad reflexiva y al cultivo de las virtudes por medio del dialogo coherente y persuasivo.

Los ladradores callejeros, mal llamados predicadores, de seguro deben experimentar muy dentro en su bóveda craneal, procesos cognitivos extraordinarios, que los llevan a procesar la realidad en una multiplicidad dimensional (MD) que los supera. Su autopercepción consiste en considerarse parte de un eslabón fundamental en la sagrada tarea de presentar al mundo incrédulo el único camino de salvación. La pregunta que me hago es ¿No será que sus procesos (formación religiosa) cognitivos extraordinarios están viciados? ¿Qué tal si su autopercepción no deriva de la fuente (formadores religiosos) inspiracional correcta? Por ende, si sus procesos son viciados y su fuente es incorrecta, su autopercepción no es real, y han descendido al oscuro pozo de la confusión, a la nada, es decir a la MD de lo irreal.

 Son la expresión viva de la degradación teológica/espiritual del cristianismo evangélico. Son el residuo desgastado y pervertido de los predicadores, misioneros y evangelistas bíblicos. Son la versión distorsionada y deformada de los dignos expositores del evangelio de todos los siglos. Un sucedáneo de poca monta de aquel magnifico movimiento espiritual descrito en el libro bíblico de los Hechos. Son la versión equivocada de lo que debería ser.

 Luego de ladrar hasta desgastarse (a veces en jaurías), se retiran compungidamente del lugar de los hechos, consolándose con la idea de ver pronto frutos de las “preciosas semillas sembradas”, cuando en realidad han dejado tras sí un campo minado que mutilará mentes, y a su vez se perpetuará endémicamente su percepción irreal en cientos de almas.

El sincero pero torpe ministerio de los ladradores, no son más que intentos chapuceros de discursos cristianos, sin contenido ni inteligencia. Preferiría se abstuviesen de hacer lo que hacen, literalmente hacen un ridículo público, y caen en la desvergüenza y la falsa pretensión. Desvergüenza por que no se dan por enterados del papelón, inutilidad e infructuosidad de sus actos, pretensión en tanto autoengaño, de creer de todo corazón que están embarcados en una misión sagrada, que sirven y glorifican a Dios, se figuran que lo que hacen es una obra heroica y eficaz, cuando la realidad es otra, lo que generan es repulsión y perplejidad en sus oyentes, no difunden luz, sino tinieblas, y aunque sus ladridos estén plagados de alusiones bíblicas y llamados al arrepentimiento, cabe preguntarse ¿No serán más bien ellos quienes requieren con extrema urgencia una reforma? ¿Creer en sus discursos y arrepentirme para luego terminar como ellos? ¡No gracias!

La vergüenza ajena me sugiere tomar la palabra y en nombre de la decencia y la dignidad humana, disculparme con los oyentes que ingenuamente como corderos van al matadero, o mejor aún, advertirlos de la amenaza que enfrentan al seguir como ratones al flautista de Hamelin, a ver si logro despertar del hechizo a cuantos pueda. Exhortar al público oyente que tengan compasión por éstas almas auto percibidos predicadores de Jesucristo, que por misericordia los perdonen, porque no saben lo que hacen.

Los auto percibidos predicadores, al vivir en estado de MD, carecen de las capacidades para interpretar la realidad, y éste fenómeno es extensivo a toda su experiencia religiosa, por ejemplo, cuando son agredidos por algún transeúnte u oyente en el desempeño de su sublime misión, no lo son “por causa” del evangelio como su MD interpreta, sino que dichas agresiones son el resultado esperado correspondiente a la siembra efectuada. No pueden esperar buenos frutos derivados de procesos y fuentes formativos viciados, es decir de una percepción irreal o autoengaño.

Aquí habría que analizar algo que me sorprende, y es el doble rol que cumplen éstos eslabones de engaño auto percibidos predicadores, es a saber, que son tanto victimas como victimarios. Victimas por cuanto han sido deformados desde sus primeros pasos en su experiencia religiosa, y no aludo a su experiencia personal originaria de conversión, sino a un momento posterior a ésta experiencia, y es determinante porque es en ese preciso momento cuando al alma pura, inocente y crédula se le insufla la autopercepción, se la integra a la MD y de ahí el camino descendente al autoengaño, constituyéndose en eslabón corrompido y corruptor, es una víctima inocente que evoluciona convencida en su rol de victimario por la fe, y así es soltado a la calle. ¿Quiénes son responsables de ésta corrupción espiritual? Respondo, los eslabones anteriores, otras víctimas/victimarios, y así la cadena de vicio se puede rastrear retrospectivamente por espacio de siglos.

 ¿Es posible romper esa cadena?  Sí, es posible ¿Cómo? Recuperando la sensatez, la lucidez, la dignidad, pureza y educación (Eclesía reformata, Semper reformanda) Debe hacerse una incisión profunda, dolorosa y permanente si es necesario. El proceso de restauración implica identificar y reconocer el daño y el factor causante del mismo. Una advertencia, quien se involucre en éste proceso de restauración, debe tener vocación de mártir, recuerden, las jaurías son irracionales e imprevisibles, su estado es de MD.




viernes, 12 de agosto de 2022

DE CRISTIANO A CREYENTE V



Por:


W A L T H E R


Me he planteado la posibilidad real de disociar real y permanentemente la experiencia de fe en Jesucristo y la actual comunidad de creyentes así llamada iglesia cristiana. Y lo he pensado como resultado no de una caprichosa ocurrencia, sino por la observación de mi entorno, los cuales insisten en confirmar mis planteamientos, además, por mi experiencia personal, por cuanto soy creyente y me he relacionado por años con personas y comunidades de fe. Sí, creo en la disolución total del vínculo hasta ahora considerado inquebrantable.

Es así como me formulo la siguiente pregunta. ¿Es posible vivir en la fe de Jesucristo sin relación con el cristianismo de hoy? De buenas a primeras la pregunta parece desafiante, absurda e inútil, sin embargo, creo ser la voz de miles de almas que se preguntan lo mismo y/o asumen ésta pregunta como una realidad práctica e incluso necesaria de plantear en su vida. Mi respuesta es un rotundo y esperanzador sí, si es posible. Si es posible desatar los fuertes nudos que creíamos insuperables. La nueva y última libertad en Cristo si es posible, y más aún, imperiosamente necesaria, por sanidad mental y bienestar socio/espiritual.

¿Si hablo de desatar nudos para lograr la ansiada libertad, debemos asumir que estamos en esclavitud? Según logro analizar no sin dificultad, sí, estamos atados, sin libertad. Y distingo tres segmentos de afectados. Primero, quienes nos hemos percatado de la situación, debemos sanar heridas y recuperar tiempo perdido, luego quienes yacen en la celda de la sospecha o en la caverna de la alegoría de platón, y por último los que ni se dan por enterados de su realidad, por haber normalizado en sus experiencias religiosas la servidumbre.

Como quien debe explicar una metáfora o un acertijo, es que pretendo explayarme de una vez. Las ataduras, los nudos, las amarras y en consecuencia los estados de esclavitud se deben achacar única y exclusivamente al cristianismo mismo, personificado y materializado en la iglesia visible e institucionalizada. Ella es en consecuencia la productora de esclavitud, control y tinieblas. Es ella la que sume en el abismo a generaciones completas de almas que alguna vez buscaron desesperadas el bálsamo de la paz y el amor del Altísimo. Es ella que como filosa guillotina cercena miembros en sus asambleas y congregaciones. Es ella la que desparrama pestes e infecciones sobre una sociedad ya enferma. Es ella la que termina por rematar al moribundo pecador. Es ella el muro de Berlín entre los nudos de la esclavitud y la luz de la libertad, separando para siempre a generaciones completas, es ella la que ciega, desorientada y mundana produce en serie multitudes de personas desilusionadas, es ella la que destroza vidas a través de sus inconsecuencias, es ella la que perpetúa estructuralmente la hipocresía y la falsedad pública y privada, ella y solo ella le provocan nauseas a Jesucristo mismo y por eso ella es el hazme reír del mundo entero, sin poder ni sabiduría. Gracias al Alto y Sublime y por su sola misericordia que ya no soy parte de esta ralea perniciosa y vegetativa.

Es por eso, que sobre quienes hemos sido libertados por la verdad y la realidad, pende una responsabilidad ética, moral y religiosa para con quienes aún transitan por una alegórica experiencia de fe, y más aún, quienes de buena fe viven ilusionados y encantados militando en lo que ellos se figuran es la iglesia de Jesucristo en la tierra.

Debemos constituirnos en la vanguardia guía e iluminadora cual Moisés saliendo de Egipto. El desafío no será fácil, habrá capataces y amos que no querrán perder el control sobre sus siervos sin voluntad. Debemos ser educadores, padres y pastores, pero por sobre todo osados, fieros y nobles combatientes. Mediante la pluma y la voz dar la advertencia. El destino eterno de millones de almas depende de la decisión que hagan respecto de nuestra invitación a comprender su realidad, desatar los nudos y correr por su libertad.

Sí, la escisión es posible y necesaria. Quienes aún quieren mantener la vitalidad de la fe en el Cristo resucitado, quienes están resueltamente dispuestos a seguir al Cordero por donde quiera que él va, deben pagar un precio muy alto. Menosprecio, señalamientos, incomprensión y soledad.

Soltar amarras y alejarse de un cristianismo que no representa al Salvador, que no es sal de la tierra ni luz del mundo no es pecado ni debe generar remordimiento, sino paz, satisfacción y felicidad. La decisión de renovar y confirmar la fe en Jesucristo debe ir acompañada de un escape apresurado y sin mirar atrás, no deben haber consideraciones sociales o emotivas, sino una huida veloz fuera de la iglesia por la fe en Cristo. Se creyente sin el cristianismo, se discípulo sin la iglesia. Tú eres la iglesia, se sal y luz del mundo abriendo lo menos posible tu boca.

Postulo a la superación del actual cristianismo por la fe en Jesucristo. Planteo una estampida fuera de la iglesia antes que sea tarde, para entrar pronto en la renovada y elevada experiencia metacreyente siendo digno e idóneo miembro del cuerpo místico de Cristo.

 

“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades”.

(Apocalipsis 18:4)





viernes, 3 de junio de 2022

LA CRUZADA TEOLÓGICA GLOBAL (extracto)

 




Por: 

W A L T H E R

Cuando la tercera Persona de la Trinidad piensa que debe despertar una inquietud en la mente, no espera a que le invoquemos en algún momento especial de comunión, sino que toma la iniciativa de iluminar, inspirar e inquietar. El efecto cognitivo es notable al estar bajo la dirección de ésta Divina Persona. La mirada tiende a fijarse en algún punto de nuestro alrededor, mientras que los procesos cerebrales comienzan a galopar a toda velocidad, la vertiginosa corriente de ideas y elucubraciones lógicas, llenas de sentido y profundidad discurren sin pausa, al punto que, si no te encuentras con papel y lápiz para registrarlo todo, aunque sea las ideas generales, corres el riesgo de perder para siempre la inspirada sabiduría, pues ésta es en cierto sentido escurridiza.

Mi inquietud despertada, no deriva de ninguna iniciativa propia o interés personal actual y consiente en dedicar atención a ciertas temáticas o acontecimientos, pero sí, la inducida inquietud encuentra un asidero en lo más recóndito de mi memoria, se toma astutamente de nociones y acercamientos previos adquiridos en algún momento indeterminado de tiempo pasado y que al parecer la tercera Persona reflota con inusitado ímpetu. Por ende, al ser revuelta mi memoria cobran renovada nitidez asuntos que ameritan ser reconsiderados.

La renovada consideración de ciertos asuntos que ahora reconozco e identifico claramente, noto lleva implícita una estela de sensaciones y disposiciones que hacen las veces de motor rector, entre ellas, la premura y la convicción. Éstos rectores motivadores inhiben toda posible indiferencia, negligencia y distracción. La chispa derivo en combustión, la flama de la fe se ha encendido, e intuyo idílicamente que lo único que podría apagarla sería avanzar hasta el final, hasta descubrir hasta donde me lleva la santísima providencia. En la concreción de lo sugerido por el Espíritu se encuentra la frontera misma de la fe, y ésta no se extingue ahí, sino que se incrementa a fin de ser vehículo de revelaciones superiores.

Negarme a avanzar sería necio e ilógico, necio por cuanto quien sugiere avanzar es de una eterna y extraordinaria superioridad sapiencial, ilógico, porque sería la negación misma de lo obvio, lo reflexivamente sospechado, sería traicionar una esperanza confirmada.

La idea persistente en una próxima cruzada global de carácter teológico, no está lejana de ser una realidad necesaria en ésta época posmoderna. Ésta idea sugerida divinamente se me presenta como una experiencia inminente, determinante y de consecuencias eternas.

Primero que todo quiero aclarar que entiendo por “cruzada” al conjunto de actos humanos tendientes a obtener un fin, y que dichos actos corresponderían a convicciones de naturaleza espiritual, totalmente exenta de violencia física. Pero me quiero permitir ser más explícito en la descripción de ésta empresa. Ésta cruzada es un movimiento combativo, reaccionario, resuelto, no admite treguas ni concesiones, es más, hay una alta probabilidad de colisión frontal con los seguros adversarios. He iré más allá aún, la cruzada global será más que una batalla, será una guerra abierta y de todo por el todo.

La cruzada teológica global es una manifestación extraordinaria de poder divino de alcance cósmico que inspira a hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos, que movidos por santa indignación deciden voluntariamente, por convicción, gratitud y amor ser la vanguardia sacrificial que se plantará frente a la provocación e insolencia de una vasta mayoría de congéneres que manifestarán desdén hacia Dios y su ley.

La cruzada teológica global es una reacción humana inspirada por el Espíritu de Dios que mora en cada creyente. Reacción motivada principalmente por una apostasía religiosa global que llega a su cenit. El clímax o amanecer de la insubordinación humana, es una declaración de guerra teológica. Se dividen las aguas de la humanidad, comienza el movimiento de tropas, el mundo entero se divide en dos. Hablo de la última guerra mundial, una guerra espiritual cuyo campo de batalla será la conciencia humana y el motivo la libertad o esclavitud de la misma.

La cruzada teológica se plantea en desventaja cuantitativa, pero en superioridad cualitativa. La desventaja se deja ver en el reducido número de militantes en comparación con los de la oposición. La superioridad se manifiesta en el dominio y discernimiento escritural en contraposición con la manifiesta confusión del oponente.

El objetivo subyacente de éste movimiento teológico reaccionario es vindicar e ilustrar sobre la verdad, amonestar para despertar y advertir de las perpetuas consecuencias de una abierta rebelión contra el gobierno de Dios.

La cruzada teológica global en gestación, es un gran y noble despertar religioso, un genuino avivamiento espiritual, un segundo y último pentecostés, una segunda y última reforma protestante, que al igual que las experiencias históricas será protagonizada por una aparente minoría que intentará cambiar el curso de los acontecimientos humanos, sólo que ésta vez será para poner fin al cíclico conflicto espiritual de siglos. Será la guerra de todas las guerras. La madre de todas las batallas. La gran conflagración involucrará a toda la civilización humana.




 

domingo, 6 de febrero de 2022

SONIDO QUE CONSUELA

 


Por:

W A L T H E R


Un día por la tarde, instalado incómodamente sobre un viejo sillón, junto al balcón de mi departamento alquilado, intentaba continuar la lectura de un sencillo libro de filosofía el cual captó mi interés desde el principio. Estuve más de una hora en ese proceso de “inicio” de lectura, dado que cuando creía haberme concentrado, una y otra vez escuchaba algún ruido que venía de la calle y que me sacaba del feliz mundo en el cual quería permanecer.

Los ruidos sin lugar a dudas eran inmensamente molestos, mezclas de sonidos que derivaban en zumbidos agobiantes, persistentes, saturadores. Muchos y simultáneos, logre distinguir algunos a los lejos, otros prácticamente a metros mío. Cantantes callejeros equipados con amplificadores de sonidos para grandes recintos repitiendo las mismas canciones populares, comerciantes ilegales ofreciendo a gritos desaforados sus productos, los automóviles y sus bocinas, voces de conversaciones en alta voz, ladridos de jaurías de perros vagos, un sujeto gritaba en la esquina los menús del restaurant, etc...

Llegó un momento en el cual mi mirada quedo fija en el párrafo que alcance a leer, pero que no logre entender, ahora todos mis sentidos estaban capturados por el insoportable enjambre de ruidos. Nada de lo que escuchaba me agradaba, servía o ayudaba, todo era repugnante, molesto, irritante, hostil, estaba sufriendo una agresión sonora. Una calle, una ciudad sin control ni orden. Cuando ya creía que un cantante callejero por fin se había callado la boca, llegaba otro a iniciar “su turno” encendiendo una vez más los amplificadores. Realmente estaba agobiado, bajo presión. Todos los días es lo mismo, pero especialmente hoy podría acertadamente ser declarado el día nacional de la contaminación acústica. Logre a tal punto poner atención al bullicio, que me aprendí de memoria el contenido del menú que ofrecían, pero además realice un sorprendente descubrimiento.

Inclinando mi cabeza hacia abajo, llevándome la mano derecha a la frente y a punto de colapsar, note un sonido familiar que me produjo simpatía, era un sonido desde muy lejos, como intentando sobrevivir, era como un débil rayo de luz queriendo infructuosamente penetrar las tinieblas. Aquel sonido capto gratamente mi atención, olvide la lectura, cerré los ojos, me concentre en él, mi mente y oídos ignoraron todo lo demás y sólo me quede con ese apacible y débil instrumento. ¡Inconfundible, eran sonidos de campanas! ¡Un campanario emitía su sonido característico!

Luego espontáneamente entró en acción la memoria, los recuerdos, las imágenes, y me vi parado una vez más sobre la torre de campana de la iglesia de todos los santos en Wittemberg, Alemania. En dicha torre hay una frase que dice en alemán: “Ein feste Burg ist unser Gott” (“Castillo fuerte es nuestro Dios”) y efectivamente ¡hay unas inmensas campanas! ¡oh que bálsamo para todo mi ser colapsado, que luz de esperanza, que consuelo bendito! Fueron minutos de ausencia, escape a un lugar que me llena de felicidad e inspiración, de viaje a un lugar mejor, de suspensión en el tiempo. No quería abrir los ojos, deseaba permanecer en ese recuerdo, los sentidos estaban allá y no aquí, si en ese momento terminara mi vida moriría dichoso.

¡No puedo dejar de recordar la escalera que me llevaba a la cúspide de la torre, como disfrutaba cada peldaño, el olor de las paredes, su color, la escasa luz, el eco que se producía al hablar, evocar por unos minutos el año 1517, ¡oh gratos e inolvidables recuerdos!

Un lejano y tímido sonido de campanas me llevan una vez más a Wittemberg, con los ojos de la nostalgia me paro en lo más alto de la torre de campana, miro el horizonte y contemplo la vieja ciudad del reformador Martin Lutero.

No sé cuánto tiempo duró esa reminiscencia o teofanía, pero mientras permanecí en éxtasis lo añore, lo desee, y fui feliz. Hasta que un nuevo artista callejero subió irrespetuosamente los decibeles de su equipo y distrajo mi mente, para volver de sopetón al incomodo sillón de los años cincuenta en el que estaba sentado leyendo, intente una vez más distinguir el sonido de campanas, pero éstas no se escucharon más…

Desde esa tarde en adelante todo cambio, ahora en medio de la vorágine acústica, torturadora y contaminadora, cierro mis ojos y busco con ansias distinguir el sonido de aquellas campanas. Cada tarde hago una pausa en mi lectura, para buscar las campanas y reencontrarme con ellas.

Se dice que desde el siglo V las campanas como instrumentos musicales, comenzaron a usarse en edificios y torres eclesiásticas con el objeto de avisar e invitar a la población a hacer una pausa en sus actividades y dedicarlas al culto, oración o reflexión. Hoy, nadie las escucha, nadie las distingue. El comerciante seguirá gritando, el cantante ladrando y el anfitrión parado en la esquina ofreciendo menús.

En medio del bullicio propio de una gran ciudad como Santiago de Chile, que grato y esperanzador es escuchar las campanas de una iglesia que llaman a reflexionar, a ocuparnos por un instante en las cosas del espíritu, recordar los buenos momentos, y añorar tiempos mejores. Por mi parte procurare siempre donde quiera que esté, reencontrarme con aquellas lejanas campanas…