domingo, 29 de octubre de 2023

¿LA JUSTICIA CREA FUTURO?

 


Por: 

W A L T H E R



Análisis crítico a la perspectiva colectivista redistributiva del libro

“La justicia crea futuro” de  Jurgen Moltmann

 

He querido presentar un pequeño ensayo, distinto y osado, pero con todo el respeto y la consideración que se merece quien me supera en trayectoria y virtudes. Me atrevo a escribir estas líneas, como estudiante que aspira a aprender de los de más experiencia y visión.

El tema a reflexionar es ¿Cómo crear justicia en la sociedad? Para ello, he decidido presentar un análisis crítico al autor con el fin de compartir otra mirada de la temática a desarrollar. Y desde la perspectiva del autor, que según él, es la “perspectiva de la justicia de Dios”.

Una de las varias perspectivas que me gustaría comentar, es la relación entre la comunidad y las personas según lo describe el autor Jurgen Moltmann, en éste punto a mi modo de ver es algo radical y sesgado en la visión que tiene sobre ciertas realidades. El habla del “principio de competencia” como si en virtud de ella, la consecuencia automática fuese la extrema división social (o laboral) entre fuertes y débiles, casi evocando la frase tan conocida del darwinismo social de la “supervivencia del más apto”, en circunstancias que la competencia o libre competencia si bien debe ser una actividad regulada, no es intrínsecamente mala, sino necesaria y natural a toda sociedad humana. Y quienes son incompetentes o menos hábiles, no podemos estigmatizarlos o victimizarlos como “débiles” y a los competentes designarlos prácticamente como abusivos y malos. Es absolutamente justo recompensar al hábil justamente porque lo es, como es injusto recompensar igual que al competente a quien no lo es. Cada cual recibirá su retribución, salario o recompensa según sus méritos. ¿Y si el incompetente logra o recibe menos que el competente debemos considerar eso un castigo? Incluso ya la conceptualización entre “fuertes y débiles” está errada. Quien no recibe más de lo que merece por sus competencias, esfuerzos o méritos no es débil, sino que está justamente en la condición que le ha tocado estar, y en esa condición da todo de sí para obtener lo que puede según sus méritos, quien se esfuerza no merece ser tratado de débil y si quiere recibir más, debe haber un esfuerzo personal aún mayor para superarse y alcanzar al competente y eficiente a fin de recibir más de lo que acostumbra. Por ende ¿es injusta o perniciosa la competencia? No, es una actividad motivadora tanto ética, social y económica. Ésta sana actividad social no tiene nada que ver con lo que el autor describe como “una lucha de todos contra todos” dando a entender que vivimos en una especie de sociedad tribal y primitiva sin contrato social.

Como dice el mismo título del libro “La justicia crea futuro”, pero todo depende de que entienden algunos por justicia, pues hay quienes tienen una noción de justicia a lo Robin Hood y que como ha demostrado la experiencia histórica no lleva un ningún buen futuro.

Según Moltmann, la alternativa a la pobreza es la “comunidad” y no la propiedad. Me imagino que Moltmann cree utópicamente en una sociedad donde todos aportan con cierta cantidad de bienes y servicios (sino todos) donde nadie tiene propiedad privada o patrimonio propio y así a nadie le falte nada, todos se proveen de todo en igualdad de condiciones y hasta en la proporcionalidad de los bienes que les toque a cada uno. Sería interesante saber ¿Quién sería el responsable de administrar y distribuir equitativamente todo en esa comunidad? Y si se reparte todo ¿de dónde y cómo producirán para seguir supliendo las carencias que jamás terminan?

Es parte de las aspiraciones naturales del ser humano, desear tener un hogar, formar una familia, contar con una vivienda propia. De igual manera el sentido común nos mueve a lograr objetivos, fijarnos proyectos personales y familiares. Producto de esos anhelos son la adquisición de bienes materiales que pasan a ser parte de nuestro patrimonio personal, para el goce y disfrute, tanto mío como de mis seres queridos más cercanos. Y todo esto normalmente se realiza en perfecta relación y armonía social con mis jefes, compañeros de trabajo, vecinos y gracias a las relaciones con el resto de ciudadanos que comparten casi las mismas aspiraciones.  Éste proceso social, ¿es acaso el catalizador para convertirme en un ser “menos humano”, “solitario y aislado”, me debo considerar responsable de la “muerte social” de otros?

Según el autor, deberíamos renunciar a esas esperanzas personales, para optar por la comunidad, y depender de que nuestras necesidades sean satisfechas por ese colectivo caritativo, es la voluntad colectiva quien reemplaza la voluntad personal, o por lo menos la limita considerablemente entendiendo que debería irme olvidando de la propiedad privada. Es en definitiva una renuncia voluntaria (quizás bajo presión) total o parcial de mis proyecciones individuales, para adherir a una especie de proyecto en conjunto, el cual debo aceptar por consideración a los demás. El autor de forma muy inocente propone implementar un sistema solidario, donde juntos solucionaríamos todas las dificultades, seremos “ricos” en amistades y vecindades idílicas, etc.

Según el autor, los grandes centros industrializados y administrativos “han empobrecido” los pequeños municipios y a “desertizado el campo”. Me da la impresión que Moltmann no es muy amigo del desarrollo, la prosperidad y la modernización. Al querer “devolver muchas de las funciones e ideas transferidas a las instancias centrales”. Querrá Moltmann frenar las inversiones, la instalación de industrias, la tecnología y dejar a las comunidades con las más rústicas y primitivas formas de trabajo, que, en vez de usar tractores, sigamos usando bueyes, en vez de automóviles, volvamos a las carretas, que el campesino no se capacite en las nuevas tecnologías y las inserte en sus campos. ¿Entenderá que el progreso y el desarrollo implican inevitablemente el desplazamiento de seres humanos hacia donde se les ofrezcan mayores perspectivas laborales y salariales? Los seres humanos sociables, mutan, cambian y están dispuestos a hacer todos los cambios y sacrificios para lograr sus metas o simplemente adaptarse a los tiempos. ¿Soñara Moltmann con una vuelta a la sociedad feudal o tribal?

El autor, luego de su narrativa socio-económica colectivista/distributiva que ofrece como solución a la pobreza, intenta relacionar su “solución” con la experiencia cristiana primitiva de Hechos 4:32 que dice así: “La multitud de los que habían creído era de un corazón y un pensamiento. Y ninguno decía ser suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”.

El texto bíblico aludido nos habla de que “era de un corazón y un pensamiento”. En efecto, el mismo pensamiento que predominaba en quienes habían creído, no era un sistema económico, político y social que tenían que promover en palestina y menos al imperio romano, sino que tenían un mismo propósito, anhelos, y esperanza. El amor por el próximo les hacía olvidarse de ellos mismos, tal cual el ejemplo de su Maestro.

 “Y ninguno decía ser suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”. La renuncia voluntaria por amor al otro era una característica de la iglesia. El desprendimiento personal era un fruto de su relación con Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Éste estilo de vida fraternal y comunitario se veía alimentado por las mismas circunstancias que les tocó vivir a cada iglesia que se reunían en clandestinidad por la estricta observación y persecución judía (romana posteriormente). Y todo esto se enmarca dentro de una experiencia espiritual que debería ser nuestra experiencia hoy.

Según Moltmann “el modo que tengamos de trabajar y de repartir las posibilidades de trabajo, determinará, no sólo nuestro destino personal, sino también nuestro destino colectivo”. No debemos olvidar, el hecho de que Moltmann propone eclipsar las aspiraciones personales en beneficio de un sistema de cooperación colectivo, pero curioso resulta notar algunas de sus propuestas (que no son nuevas). Pone especial atención en “el modo de trabajar” y para eso enuncia algunos “compromisos por la justicia”, uno de ellos es, “la reducción de la jornada laboral”. Pienso que difícilmente una sociedad como la que describe Moltmann podría alcanzar la felicidad, la equitativa remuneración, la justa distribución de las oportunidades de trabajo reduciendo las jornadas laborales, cuando lo que lógicamente todos quieren es aumentar sus ingresos, su poder adquisitivo y concretar proyectos y para eso la lógica misma nos indica que hay que trabajar más. Habla de “repartir las posibilidades de trabajo” ¿En éste caso, quien sería el todopoderoso encargado de repartir esas posibilidades? ¿Acaso las posibilidades no se deben ganar en atención a los méritos y esfuerzos personales? Si existe algo o alguien que reparte esas posibilidades ¿dónde queda la libre competencia? ¿Quién reparte bajo qué criterios lo hará?

Otro aspecto de ésta justicia que crea futuro tiene que ver con “la comunidad entre generaciones”. Jurgen Moltmann introduce la expresión del “contrato generacional” y “seres generacionales” para hacer alusión a una obligación/deber moral en el cuidado mutuo entre padres e hijos. Estas nobles nociones de cuidado paterno/filial las transforma en obligación moral para con el prójimo no familiar, entendido como la sociedad toda, pues dice él “todo hombre vive inserto en una cadena generacional” que nos obliga, para añadir de rematadas que existe un “egoísmo de la generación actual respecto de las generaciones venideras” endosándonos desde ya una responsabilidad por los incompetentes o no eficientes por venir. Y para alimentar nuestro sentimiento de culpabilidad enumera una serie de supuestos catastróficos que va desde el consumo de las reservas petroleras hasta la acumulación de residuos atómicos.

Lo que me alarma y me llama poderosamente la atención es su insistencia en que nada es o puede ser de nadie en particular, todo debe pertenecer a un colectivo que de forma justa y equitativa realizaría una igualitaria distribución. “Todo ordenamiento de la propiedad debe enmarcarse en el contrato generacional, porque en estricta justicia, la propiedad sólo debe utilizarse teniendo en cuenta las generaciones venideras”. ¿A qué generaciones venideras se referirá Moltmann? ¿A mis hijos y nietos? ¿O a que mi propiedad con “función social” debo ponerla al servicio y disponibilidad del colectivo desprovisto? ¿De qué clase de justicia está hablando Moltmann? Y todo esto en virtud de un supuesto contrato generacional.

Las generaciones también están insertas en un ambiente natural, osea la relación del hombre con su medio ambiente. Moltmann nos llama “seres naturales”.

Interesante es que el autor haga referencia a religiosidades cósmicas de carácter animista como parámetro ejemplificador para las modernas sociedades. Ya percibía yo la preferencia de Moltmann hacia sociedades más primitivas. Por supuesto el factor miedo vuelve una vez más en las descripciones de lo que nos depararía el futuro, haciendo alusión a una supuesta extinción humana. Una idea que se vuelve reiterativa en todas las paginas analizadas es su desprecio por el desarrollo/crecer. “…las sociedades sólo se preocupan por crecer y expansionarse…”. Y propone algo que llama “conversión radical”, que no es más que insistir en implementar un viejo paradigma reeditado y que consiste nuevamente en una reforma en “los modos de producción de la industria”.

Es totalmente rescatable la preocupación e interés que manifiesta Jurgen Moltmann por la responsabilidad individual hacia la naturaleza, la búsqueda de la justicia y la paz. “es menester, ante todo, un nuevo aprecio de la naturaleza y un nuevo respeto por la vida de las demás criaturas”. Y su intenso llamado a redescubrir al Dios de la naturaleza, al creador.

Dudo que en estos días la principal y más urgente tarea de la iglesia debería ser una “reforma ecológica”, me parece que la iglesia debe ser sal de la tierra desde otra dimensión y bajo otra bandera, sin embargo, reconozco que la iglesia puede ser un vehículo educativo eficaz en proceso de reforma en las áreas que propone Jurgen Moltmann.