martes, 27 de abril de 2021

¿COMO MORIRÉ?

 



 
Por:

W A L T H E R

 

Antes de responder ésta pregunta, que es recurrente en mis reflexiones nocturnas. Quiero decir que es mi convicción que no llegaré a la plena senectud.

El deseo intenso de ver llegar el día en que como la llamita de una vela se apaga ante un violento soplo, así se extinguirá mi inmanencia, no sin antes observar serenamente mi entorno, justo en los segundos previos al silencio y la oscuridad, inhalar y exhalar oxigeno de éste mundo por última vez.

Y así será, mientras mi ser asume el final, todo lo terrenal se detendrá, miraré pero no veré, escuchare pero no oiré, mi mente se inhibirá de pensar, la resignación tomara el control en mi favor, toda posibilidad de miedo al dolor perderá su fuerza intimidatoria, pues racionalicé con años de anticipación que el dolor es digno de temor en tanto éste es permanente en mi ser consiente, sin embargo cuando al dolor no se le permite infligir suplicio por ausencia de tiempo para hacerlo, no hay nada que temer, sólo esperar el punto final.

Mi esperanza radica en que dicho momento llegara en el cenit de mi experiencia espiritual, en efecto, el claro entendimiento de que la vida es tan breve como el parpadeo de un ojo, que no se la puede dejar pasar como las aguas de río discurren diariamente bajo un puente y que cada día puede y debe adquirir significación, sobre todo en quienes aspiramos a la trascendencia.

Con la muerte tengo una relación de enemistad diplomática, ella me ha mostrado sus filosas credenciales en varias oportunidades, sin embargo he evitado entrar en dialogo formal con ella, no porque no quiera o le tema, sino porque el gobierno al cual sirvo no le ha parecido oportuno o útil iniciar dichas relaciones. Después de todo, como leal enviado, debo remitirme a la voluntad de quien es mi autoridad.

Rápida, sin tiempo para pensar, dudar o retractarse, cuando ya todo lo que pude haber dicho o hecho lo haya dicho y hecho, cuando no quede nada en el tintero, cuando el desgaste personal llegue al límite de lo soportable, cuando la tensión emocional llegue al clímax de la satisfacción de la misión cumplida, cuando mi existencia no tenga sentido fuera de lo que hago, cuando el desprendimiento consuma los resabios de egoísmo, cuando palpe por la fe la nueva tierra, cuando mi existencia terrena sea una permanente ofrenda, cuando mi ser sea totalmente de aquel otro distinto y superior a mí, cuando cada latido de mi corazón esté bajo la voluntad de aquel que me creo, cuando mi rostro se mire como el rostro de un ángel, cuando la muerte signifique el merecido y delicioso reposo después de una vida de trabajo.

Y así será, mientras mi ser asume el final, todo lo terrenal se detendrá, miraré pero no veré, escuchare pero no oiré, mi mente se inhibirá de pensar y si en algún fugaz instante de este trance mortal, se me llegase a conceder recuperar el pleno sentido antes del punto final, espero que sea para ver el cielo abierto y al hijo del hombre sentado a la diestra de Dios.

Así moriré…

 

 

martes, 13 de abril de 2021

UN DIALOGO CREYENTE II


 

 Por:

 W A L T H E R

 

 En la única publicación que hice el mes de Marzo de 2021 titulada “Un dialogo creyente I” relate una experiencia extraordinaria en la que vi confrontada mi “conciencia racional suficiente” con la necesidad de iniciar un “dialogo creyente” con Dios. Recomiendo volverla a leer, quizás así podrán asimilar mejor ésta nueva publicación.

Para mí, aquella experiencia fue un hito, uno más de varios que Dios ha tenido bien concederme y que sin duda son parte de su plan de formación religiosa que en su misteriosa sabiduría despliega de una manera sistemática, oportuna e impresionantemente convincente y cautivadora. Simplemente éste Otro distinto a mí no deja de sorprenderme, es más, cada lección me conmueve, me humilla, me hace sentir tan incapaz, que la única reacción automática y natural es la del absoluto reconocimiento de mi orfandad y dependencia.

Es así como lo sobrenatural se mezcla con lo terrenal en una iluminadora relación pedagógica donde el único beneficiado aparentemente soy yo. ¿Es esta mezcla una expresión de su simpatía? ¿Será un gesto indicativo de aliento hacia mí? ¿Será que este proceso relacional debería madurar? En lo más profundo de mí ser, sé que estas preguntas llevan implícitas respuestas afirmativas, es así, lo sé, es la fórmula escogida por mi amigo, cuya morada yace en el infinito sideral, es la naturaleza del dialogo creyente, su misma esencia. Es la senda señalada para hacernos partícipes de la naturaleza divina, restaurarnos a su imagen, ser uno con él en propósito.

Desde una perspectiva humana, el dialogo creyente es la expresión libre, desinhibida y espontanea que mantenemos con el creador de todo lo que existe, con otro distinto a nosotros, no verificable ni sensorial ni racionalmente, sin embargo conscientemente nos rendimos a su presencia real. El dialogo creyente es hablar, conversar, discutir, contender con otro que nos rodea con su mirada, que escucha, toma razón y responde de la forma y en el tiempo que estima conveniente. El dialogo creyente nace de la extrema necesidad y angustia humana, cuando recordamos que somos mortales, inmundos y perversos, que no poseemos nada que nos pueda ser contado como mérito, cuando estamos sumidos en la impotencia, cuando llegamos a un desquiciado limite.

Sin embargo, puedo decirles por experiencia propia, que el dialogo creyente no siempre debería nacer de momentos apremiantes, a no ser que prime la ingratitud y el olvido de nuestra parte. Este maravilloso proceso de formación religiosa que ve su génesis en el misterio sapiencial del todopoderoso,  tiene como propósito darnos eternas lecciones, y que al ser éstas ignoradas, se deben irremediablemente que repetir, pero una vez comprendidas y asimiladas, el dialogo creyente debería convertirse en una práctica habitual, natural e innata.

En definitiva, he comprendido que aquel otro distinto a mí, mi amigo, el creador, busca anhelosamente restaurar en su plenitud el antiguo dialogo creyente del cual siempre deberíamos haber gozado, pero que nuestra conciencia racional suficiente nos la ha negado o mejor dicho se lo hemos permitido. E insisto, el dialogo creyente no es nuevo ni de manufactura humana, sino que es el dialogo que debería constituirse en la normalidad para aquellos que tienen el privilegio de haber comprendido la misteriosa sabiduría y el proceso relacional de lo alto. Si hay una reforma religiosa que realizar y una práctica devocional que restaurar hoy, esa sería el dialogo creyente, Un dialogo directo, reverente, recurrente y audible. Si esto nos resulta posible, viviremos en la experiencia de fe más cercana, renovadora, y genuina desde los días de Moisés.

 

Cuando Moisés entraba en la Tienda de la Reunión, para hablar con el Eterno, oía la voz que le hablaba de encima del Propiciatorio que estaba sobre el Arca del Testimonio, de entre los dos querubines. Así hablaba con el Eterno.

(Números 7:89)

 

domingo, 11 de abril de 2021

DE LAS PROFUNDIDADES A LA SUPERFICIE


 

 Por:

 W A L T H E R

 

Corriendo el fatal riesgo de ser lapidado por algún ávido visitador de éste sencillo y recóndito Blog, es que me atreveré a pecar de arrogante y delirante. Díganme lo que quieran, estoy habituado, piensen lo que quieran, lo más probable es que nunca me entere, hagan lo que quieran, ya no me interesa. Lo que a continuación describiré será expulsado de mí ser con asco, desdén y menosprecio ¡Dios me perdone! Basta de falsas humildades, basta de conclusiones reprimidas, ya no más tímidas subyugaciones en condescendencia a lo políticamente correcto, basta de miedo a quienes te anteceden con ilusorias pretensiones de superioridad.

Tarde o temprano y Cada cierto tiempo algunos vientres maternos expulsan mentes brillantes que según las circunstancias, oportunidades, el mérito propio, el talento innato, una oportuna desgracia, o lisa y llanamente la voluntad de Dios emergen desde las profundidades del desprecio y la ignominia, mentes superiores, dotadas de percepciones extraordinarias, sensibilidades visionarias, poseedoras de una dimensión incalculable de sentido común y determinaciones inculcadas empíricamente, almas que yacen congeladas, adormecidas, encadenadas por las densas tinieblas de su entorno, caminantes de suelos pantanosos. Estas mentes superiores tienen su destino escrito desde el mismo momento de la fecundación del óvulo. Su destino es la osadía, la ruptura, la incomprensión y el martirio.

Aún persisten en mi mente los despreciables recuerdos de algunos profesores de teología considerados intelectualmente venerables por la mayoría de quienes los siguen con actitud de niños huérfanos, en circunstancias que eran vergonzosamente elucubradores de fantasías, sin amor, pasión y vocación por lo que hacían, incapaces de dejar una huella indeleble en las conciencias limitadas que esperaban algo de ellos.

Recurrentes fueron mis dobles miradas, una hacia el inepto que con aires de suficiencia impartía humo desde la cátedra y la otra hacia los encandilados aprendices que avanzaban menos de un milímetro por clase. Por instantes mis oídos se inhabilitaban para seguir oyendo al susodicho maestro y mis ojos se clavaban solamente en la gesticulación de su rostro, analizaba cada palabra que balbuceada y me decía a mí mismo, si tan sólo pudiese hacer yo la clase, ciertamente entregaría el triple de información ocupando el mismo tiempo que él. Hay tanto que decir, tanto que describir, cada tema tiene una riqueza cultural y espiritual que elevaría esa aula al cielo mismo! Pero la realidad ética es que el profesor no era yo, era otro.

Soy un cetáceo, un monstruo marino que va directo a la superficie, voy a mostrar mi lomo tan sólo, y este será visible desde la playa del mundo.