W A L T H E R
Quiero ayudar a la cristiandad, si, a esa manifestación
religiosa ridícula, presuntuosa y patética. Si, a esa pléyade de sectas
inconexas, disparatadas y primitivas. Quiero ayudar a la cristiandad, pero ésta
no se deja, la percibo tan cómoda, tan a gusto en sus afanes ilusorios, que no
teme ridiculizarme o humillarme con su indiferencia. Ella me mira de pies a
cabeza, esboza una coqueta sonrisa y me cierra la puerta en la cara. Esta tan
extasiada en sus danzas y cantos al cielo, que vuela en un sueño despierta, no mira
ni oye, no piensa ni razona, ella sólo quiere perderse en las refriegas y
saltos.
Quiero ayudar a la cristiandad, si, a esa multitud vociferante,
molesta y sin sentido que osa llamarse iglesia, y que son en realidad la máxima
expresión socio/espiritual del anticristo. Quisiera ayudar a la cristiandad,
si, a esa expresión religiosa no bíblica que nace del mismo ano del diablo,
que defeca incoherencias esquizoides que los hunden más y más en sus fétidas heces
discursivas.
Quiero ayudar a la cristiandad, si, a esa infeliz horda
de iletrados e incultos charlatanes. Pervertidos oportunistas de miradas
penetrantes, que lamen todas y cada una de las cavidades supurantes de piadosas
rameras vestidas de blanco y panderos en sus manos. Quisiera ayudar a la
cristiandad, si, al sarro y musgo religioso del fin de los tiempos, a los
mismos ministros residuales de la vagancia sin vergüenza.
Ella se complace
frente al espejo, se gusta, se desea, se erotiza. Sus danzas son su droga, la
mente emborrachada, todo a su alrededor se mueve y se tumba, no ve la seriedad
de mi rostro, la congoja en mis palabras, el desprecio es su respuesta, una
amenaza es su sentencia.
Como primates se olfatean, acicalan y despulgan. En sus
paganos aquelarres cristianos, cada día del dios sol se besan y manosean con fe.
Sus templos son refugios de cerdos salvajes, que se conforman con alimentarse
de la porquería que yace a su alrededor. Seres atrofiados sin ratio ni intellectum,
sin barreras ni escudos, vulnerables al asedio espiritual,
funcionales al demonio.
Y así, rechazando mi ayuda, es que han llegado a ser lo
que son, y lo seguirán siendo. Como tampoco les interesa saber lo que son, ni como
dejar de serlo, pues son felices siendo lo que son, la peor credencial de
Jesucristo jamás vista en la historia de la religión cristiana.