lunes, 8 de mayo de 2023

LA FILOSOFÍA Y EL FILOSOFAR COMO NECESIDAD Y SENTIDO

 



Por:

W A L T H E R


“Si quieres ser filósofo, prepárate para que se rían y se burlen de ti, para que digan: ¡Mira, de repente se nos ha hecho filosofo!, o bien: ¿De donde se ha sacado ese gesto arrogante de la ceja? Pero tú no levantes con arrogancia la ceja y aférrate a lo que parece ser lo mejor, como si los dioses te hubieran colocado junto a ello. Recuerda que, si mantienes firmemente tu actitud, los que al principio se reían de ti terminarán admirándote, mientras que, si flaqueas, tendrán un doble motivo para la risa” (Epicteto)

La filosofía nos proporciona la posibilidad de ir más allá, partir incluso de una observación básica y hasta casual. Nos invita a dejarnos sorprender, impresionar, a permitirnos curiosear, a preguntarnos por las causas.

Hay culturas y civilizaciones que no cultivaron la filosofía con la misma pasión y dedicación, no llegaron a conclusiones tan profundas como si lo lograron otras. Los primeros filósofos así llamados “presocráticos” se plantearon el origen de todo, algunos propusieron el fuego, otros el agua. Al repasar la evolución del pensamiento filosófico occidental, notaremos la búsqueda constante y perseverante de respuestas con las más amplias de las libertades. Un modo libre de indagación y de enfrentarse al mundo con multitud de preguntas.

Hasta la disruptiva aparición del gran Sócrates, Platón y Aristóteles con sus planteamientos que abarcan todas las ocupaciones humanas que se desarrollan sobro todo en la ciudad, la vida del ciudadano ideal, la fundación de escuelas filosóficas inspiradas en los más nobles propósitos y que hasta hoy perduran sus planteamientos.

Pero la filosofía es un entramado que surge de circunstancias previas para derivar en oficio pensante. En efecto, primero que todo debemos comprender que la filosofía en cuanto ciencia, tiene como propósito buscar, saber, entender y preguntarse por la realidad para aproximarse a la verdad. Y siendo fiel a su nombre, es una ciencia en cuya etimología yace su misma vocación y misión, “amor al saber”. La misma palabra “amor” nos evoca algo puro, intenso, hermoso, sincero, profundo, comprometido, etc. Y algo de todo esto hay, es decir, la filosofía contiene en su esencia un impulso poderoso que la lleva a emprender su camino de búsqueda de la verdad hasta sus causas últimas, está dispuesta a llegar hasta las mismas fronteras de la realidad.

Este impulso y pasión primigenio de búsqueda y amor por la sabiduría se funda en un fenómeno cognitivo que es natural a todo ser humano, pero, aun así, unos pocos se proponen prestarle la debida importancia, y es el asombro, ese instante de lucidez sapiencial, el maravillarse de un instante a otro, el momento preciso en que la conciencia se expande o ilumina, como el nacimiento de una estrella en una gran explosión. Es el asombro la chispa que enciende la gran flama de la actividad filosófica.

Dicho esto, es preciso señalar que, quien no resiste la invitación al asombro, asume la búsqueda apostólica de la verdad como razón de su existencia terrenal. Se abandona al escudriñamiento reflexivo y razonado como vía segura hacia el objetivo y la meta como buen trabajador del espíritu. Este compromiso vocacional y voluntario requiere de tesón, determinación, esfuerzo y sacrifico ¿y que del tiempo invertido? ¿Qué momento del día o de la vida se sacrifica en pos del quehacer filosófico? ¿una actividad absorbente que merece retribución pecuniaria? ¿actividad laboral?

La única y verdadera actividad laboral, el trabajo al cual todo buen humano debe propender, es al trabajo del espíritu, que le permita dedicarse al trabajo/misión del ocio letrado, a las artes libres, como bien señalo Santo Tomás, “aquellas que están destinadas al saber” (In Met., 1, 3.)