domingo, 11 de abril de 2021

DE LAS PROFUNDIDADES A LA SUPERFICIE


 

 Por:

 W A L T H E R

 

Corriendo el fatal riesgo de ser lapidado por algún ávido visitador de éste sencillo y recóndito Blog, es que me atreveré a pecar de arrogante y delirante. Díganme lo que quieran, estoy habituado, piensen lo que quieran, lo más probable es que nunca me entere, hagan lo que quieran, ya no me interesa. Lo que a continuación describiré será expulsado de mí ser con asco, desdén y menosprecio ¡Dios me perdone! Basta de falsas humildades, basta de conclusiones reprimidas, ya no más tímidas subyugaciones en condescendencia a lo políticamente correcto, basta de miedo a quienes te anteceden con ilusorias pretensiones de superioridad.

Tarde o temprano y Cada cierto tiempo algunos vientres maternos expulsan mentes brillantes que según las circunstancias, oportunidades, el mérito propio, el talento innato, una oportuna desgracia, o lisa y llanamente la voluntad de Dios emergen desde las profundidades del desprecio y la ignominia, mentes superiores, dotadas de percepciones extraordinarias, sensibilidades visionarias, poseedoras de una dimensión incalculable de sentido común y determinaciones inculcadas empíricamente, almas que yacen congeladas, adormecidas, encadenadas por las densas tinieblas de su entorno, caminantes de suelos pantanosos. Estas mentes superiores tienen su destino escrito desde el mismo momento de la fecundación del óvulo. Su destino es la osadía, la ruptura, la incomprensión y el martirio.

Aún persisten en mi mente los despreciables recuerdos de algunos profesores de teología considerados intelectualmente venerables por la mayoría de quienes los siguen con actitud de niños huérfanos, en circunstancias que eran vergonzosamente elucubradores de fantasías, sin amor, pasión y vocación por lo que hacían, incapaces de dejar una huella indeleble en las conciencias limitadas que esperaban algo de ellos.

Recurrentes fueron mis dobles miradas, una hacia el inepto que con aires de suficiencia impartía humo desde la cátedra y la otra hacia los encandilados aprendices que avanzaban menos de un milímetro por clase. Por instantes mis oídos se inhabilitaban para seguir oyendo al susodicho maestro y mis ojos se clavaban solamente en la gesticulación de su rostro, analizaba cada palabra que balbuceada y me decía a mí mismo, si tan sólo pudiese hacer yo la clase, ciertamente entregaría el triple de información ocupando el mismo tiempo que él. Hay tanto que decir, tanto que describir, cada tema tiene una riqueza cultural y espiritual que elevaría esa aula al cielo mismo! Pero la realidad ética es que el profesor no era yo, era otro.

Soy un cetáceo, un monstruo marino que va directo a la superficie, voy a mostrar mi lomo tan sólo, y este será visible desde la playa del mundo.