Comentarios
y observaciones a la lectura del libro
FILOSOFÍA BIZANTINA
Del
profesor Basilio Tatakis
Por:
W A L T H E R
Apropósito
de lo leído en el libro del profesor Basilio Tatakis (Filosofía Bizantina pág.
60) en lo tocante a la espiritualidad monástica debo manifestar (con todo el
reconocimiento y respeto que se merece el profesor Tatakis) varias
discrepancias con algunas expresiones y nociones que el profesor describe sobre
el cristianismo oriental. Si bien voy a aludir a la experiencia oriental mis
observaciones son aplicables a toda la experiencia religiosa de la historia
incluido accidente.
En
el libro se describe al Monaquismo de corte místico, de amplia difusión en la
iglesia oriental como un movimiento que “lucha
contra la opresión de la impura materia” y luego describe “la estrategia”
para combatir a éste opresor llamado impura materia. Un dato curioso, pero
cargado de honestidad es el reconocimiento que hace el autor de las
coincidencias y analogías entre la actitud de un monje cristiano y sus
martirios con los estoicos y cínicos. Estas afinidades abarcaban tanto el
pensamiento como el lenguaje. Punto seguido añade tajantemente que la
convicción que tiene el monje respeto de la impureza de la materia es de origen
neoplatónico. Ésta creencia del monje en la impureza de la materia es también
descrita como “pesimismo” a lo que san Máximo el confesor se opone y condena
sustituyéndolo por un “optimismo suave” de igualmente origen platónico.
En
términos generales el estilo de vida de estas manifestaciones cristianas
monásticas es el ascetismo místico consideradas practicas piadosas tendientes a
la perfección. Para describir más ésta experiencia se señalan distintas obras
realizadas por hombres pensadores y piadosos, referentes del ascetismo. Fuentes
literarias donde se fijan sistemáticamente las pautas para la realización en la
vida del monje la perfección monástica, y sin ninguna ambigüedad se reconoce
que en todo esto hay una influencia de Pseudo Dioniso.
Me
llama la atención que se describe al monasterio como una escuela preparatoria
para la vida futura, en la cual el monje debe pasar la mayor parte del tiempo,
sino toda su vida preparándose con arduas luchas personales y así realizar “las palabras evangélicas”.
El
monje Clímaco sugiere que para llegar a ser morada de las cosas incorpóreas se
debe renunciar en todo lo posible al mundo y éste a la vez debe ir acompañado
de un desapego interior de las cosas mundanas. Así como la profesión mística es
incompatible con la vida del mundo hay que vivir en retiro y que la meditación
le mantenga unido a Dios. Ésta es la alternativa que se ofrece para “morir al
mundo” y así resucitar en la vida contemplativa.
Y
como broche de oro, el autor escribe y cito textual (pág.66): “…es fácil reconocer en el ascetismo
monástico motivos cínicos, platónicos y neoplatónicos. El ascetismo no sólo
constituyo una mezcla de estos motivos, sino que supo servirse libremente de la
tradición filosófica y apropiársela dándole un sentido nuevo”.
Mis
observaciones van destinadas a tres aspectos:
La
primera tiene que ver con la identificación inapropiada de la práctica del
ascetismo con el cristianismo, en éste caso del cristianismo oriental. Practica
nada más alejada del cristianismo que los aludidos pensadores pretenden
representar, y promover. Quizás por una limitada comprensión del autor respecto
de la vida y obra del mismo fundador del cristianismo y sus más directos
discípulos. El ascetismo es más bien una práctica radical de mortificación
personal y mental que en nada representa al cristianismo primitivo. El único
fundamento que logro dilucidar para dicha práctica es la helénica pagana con
sus propuestas y conclusiones de lo que debe ser una vida de santidad o
ejemplar, más que una genuina fuente formal basada en el testimonio directo de
Jesucristo y sus Apóstoles. Y si de alguna manera se ha logrado fundamentar
dichas prácticas ascetas-místicas en ejemplos sacados de los textos sagrados,
ha sido por interpretaciones gnósticas y espiritualistas, más no literales. Por
ende podríamos estar frente a una histórica y espectacular disciplina
espiritual que ha trascendido el tiempo y se ha arraigado en la tradición
cristiana, tradición que con el tiempo ha llegado a ser lo comúnmente entendido
como el medio o alternativa para el ser humano que emprende una búsqueda del
Dios cristiano, cuando en realidad y por doloroso y decepcionante que sea sólo
constituye una práctica u observancia derivada o tomada de cualquier otra
fuente menos de alguna que se pueda asociar al cristianismo fundacional. Más
bien como ya cite al profesor Tatakis, “…es
fácil reconocer en el ascetismo monástico motivos cínicos, platónicos y
neoplatónicos”. Y añado yo: “pero no
cristianos propiamente tal”.
Alguno
podría contra argumentar que éstos elementos más bien fueron asimilados al
cristianismo “dándole un nuevo sentido” (como también afirma el profesor
Tatakis). Lo que respondo que en tal caso, entonces lo que tenemos es sólo un
cristianismo nominal y amalgamado, más no sustancial y real. Y éste
cristianismo (oriental y occidental) es el que se ha presentado y promovido por
siglos al mundo entero.
Mi
segunda observación tiene que ver con el movimiento monacal o monaquismo, como
estilo de vida religiosa y devocional.
Autores
como Juan Cárpatos, Juan Clímaco, o el mismo San Máximo nos dieron sendas
orientaciones respecto de cómo ser un buen monje, describieron en cada detalle
el ideal monástico en lo que atañe a la actitud, prácticas y decisiones a
seguir por quien aspira a someter el cuerpo y la mente sucia y corrupta. Sin
embargo el estilo de vida monástico fuera de todo lo romántico, ideal e idílico
con que se le pueda describir, históricamente no ha podido evidenciar los
beneficios espirituales para la perfección de las comunidades que se han
organizado para vivirlas. Al contrario, son muchos los documentos históricos y
autores que se han expresado desfavorables a tal estilo de vida considerando
incluso las prácticas ascéticas y monásticas místicas como perjudiciales tanto
social, psíquica y espiritualmente para las personas. De ahí mi inquietud
respecto a que si realmente desde el punto de vista histórico literario estamos
recibiendo la información acertada respecto del cristianismo en general.
Una
tercera observación respecto del texto del profesor Tatakis, tiene que ver con
la implementación del estilo de vida “ascético cristiano” o “espiritualidad
monástica”.
Ya
hablábamos al comienzo de los consejos dados por sabios y autores cristianos
piadosos, en el sentido de que es necesario practicar el retiro o aislamiento
del mundo en aras de la búsqueda de la piedad y martirio del cuerpo. Consejos y
prácticas nada más alejados de la realidad cristiana. Es cierto que los textos
sagrados cristianos identifican al cuerpo de creyentes como un “pueblo singular
y distinto” entendido esto como la distinción en el testimonio de vida que debe
dar el creyente en contacto con el mundo (no creyente en el Dios verdadero),
apartado para un servicio especial y dedicado, en el sentido que nuestra
lealtad debe manifestarse irrestrictamente hacia ese Dios que elegimos servir.
Pero el objeto de ésta reserva, consagración es el promover la fe, siendo luz
del mundo y ejemplo de rectitud y santidad en medio justamente de una sociedad
que carece de estas virtudes.
Pero
éste fin se pierde o más bien deja de cumplirse con el repliegue de un sector importante
de la EKKLESÍA a monasterios y conventos, so pretexto de buscar a Dios, servir
al prójimo y alcanzar la tan esperada perfección del carácter cristiano.
Mis
observaciones en concreto apuntan a que después de una lectura paciente y
dedicada del libro del profesor Tatakis, me es licito atreverme a cuestionar o
por lo menos a generarme cuestionamientos legítimos y siempre respetuosos de lo
que por una parte es aceptado generalmente como la experiencia de la iglesia o
el fenómeno religioso y lo que teóricamente debió ser el desarrollo del devenir
del cristianismo sino se hubiese dejado afectar de tal manera por el poderoso
influjo platónico y neo platónico.