viernes, 28 de agosto de 2020

NIETZSCHE, SU ÚLTIMA PLEGARIA

 Por:

 

W A L T H E R

 

 Seguramente más de algún cristiano de mente virginal y con mirada perturba leerá estas líneas con perplejidad. Pues bien, ha esa persona le digo, tiene dos caminos. Primero, avanzar en la lectura haciendo todos los honestos esfuerzos neuronales por comprender y disfrutarla. Segundo, si te resulta tediosa, indescifrable y estás apunto de renunciar a ella, te insto a que hagas un esfuerzo más, cada lectura, de cualquier naturaleza acrecienta tu educación, disciplina tu mente, te libra de prejuicios y de manera imperceptible refina el ser.

Para un cristiano normal, ósea el que lo es sólo en teoría, el nombre de Friedrich Wilhelm Nietzsche le resulta extraño y desconocido, pero hay raras acepciones que sí lo han escuchado, y como es común, creen que la idea de leer alguna vez un libro de Nietzsche sería una acción execrable y les acarrearía todas las maldiciones del universo. Sin embargo, les sorprendería saber que un servidor pensaba así, pero decidí ejercer mi libertad de conciencia y me di a la tarea de leer, analizar, pero sobre todo comprender al tan satanizado Nietzsche. Y ¿saben qué? Mi vida cristiana no se ha visto alterada, al contrario, he terminado fortalecido, bendecido y agradecido a Dios por mostrarme “los reinos del mundo y su sabiduría”, verificar que el Creador ha formado criaturas humanas maravillosas e inteligentes, que sin duda alguna han realizado magníficos aportes intelectuales y científicos, pero si estas mentes aventajadas trabajan sin fe en quien les ha dotado de esas extraordinarias facultades nunca gozarán de la perfecta y eterna luminosidad.

He querido desarrollar una breve pero profunda reflexión sobre el Nietzsche infante y el adulto, en líneas concisas y precisas saltar de un estadio a otro, y rescatar algunos conceptos que serán útiles para mis propuestas y preguntas finales. Basado en el libro biográfico, “SOY DINAMITA una vida de Nietzsche”, capítulo 2 -Una Atenas Alemana-” que me resultó tremendamente entretenido y absorbente.

Dos situaciones me llaman poderosamente la atención de la juventud de Nietzsche. Una, son algunos conceptos como “autodominio y autosuperación” y el de la “altiva majestad de la voluntad”; la otra es su disposición creyente de encomendarse a Dios al entrar a Schulpforta (la icónica Schulpforta, un colegio cerca de Naumburgo, estado federado de Sajonia-Anahalt en Alemania). Esto de alguna manera desmitifica la idea de un Nietzsche vacío de Dios, por lo menos en su infancia. Friedrich Nietzsche era hijo de padres cristianos, su papá era pastor luterano y toda su familia veía en él la continuación de la tradición familiar, de hecho, tuvo estudios en teología!

Su espíritu de superación a tan temprana edad me conmueve. Su meta y sueño era estudiar en uno de los centros más prestigiosos y estrictos de Alemania como era Schulpforta Pues bien, Nietzsche cumplió su sueño y fue aceptado en dicha casa de estudio.

Me resulta conmovedor que camino a la escuela, cuando en la lejanía divisaba a Schulpforta exclamaba: 

“Entonces mi corazón se desbordó con sentimientos sagrados. Me eleve a Dios en silenciosa plegaria, y una profunda calma se batió sobre mi espíritu, si, Dios, bendice mi entrada, y protégeme también en cuerpo y alma, en esta cuna del Espíritu Santo, envía tu ángel que me guíe victorioso en las batallas que he de librar… ¡Eso es lo que te ruego oh, Señor! ¡Amén!

En estas breves líneas devocionales puedo determinar una etapa educativa temprana de Nietzsche, un pensador cuya vida hasta ese entonces era una especie de tabula rasa para el nuevo proceso formativo que iba a experimentar. Pronto comenzaría una evolución hacia una “nueva racionalidad”. Mi pregunta es, ¿Esta nueva racionalidad le dio a Nietzsche las herramientas intelectuales para robustecer ampliamente sus capacidades de análisis, imaginación y visión del mundo? ¿Sacrificó conscientemente su pura dependencia religiosa en el Dios cristiano, para lanzarse a un infinito interminable de reflexiones y propuestas existenciales? ¿Perdió su inocencia primigenia derivada del ejemplo conservador y religioso del cual provenía, para “corromperse” desarraigando para siempre su consideración y quizás respeto por el Dios cristiano?, sea como sea no volví nunca más a leer de Nietzsche algo en términos tan respetuosos y sumisos a Dios.

Ahondando un poquito puedo encontrar más datos que me permiten ir armando el perfil de este joven pensador hacia su completa suficiencia intelectual llegada su adultez. El encargado de la reorganización de la educación alemana entre 1806 y 1812 fue Von Humboldt , quien postulaba que en la educación al igual que en el Estado el individuo lo era todo, hablaba de “una formación completa de la personalidad humana”, “el desarrollo más elevado… de las capacidades del individuo…”. También estableció varios principios, como el de Wissenshaft que consistía en procesos científicos y de pensamiento independiente, y luego el principio del Bulding que era un proceso de crecimiento espiritual que no era más que una armonía entre la personalidad del estudiante y la naturaleza obteniendo por fin un estado completo de libertad.

Como se habrá podido notar, es evidente que el Dios cristiano no tiene ninguna incidencia en aquel proceso de crecimiento educativo, aunque estaba presente periféricamente el luteranismo, todo el desarrollo posterior progresa justamente en pos de la confianza e incluso exaltación de las propias capacidades humanas. ¿Será que al insuflar en el hombre la suficiencia progresiva, el resultado natural y lógico será su independencia y hasta el desprecio a Dios? ¿Es así que Nietzsche fue dejando atrás la inocente fe de sus padres, para convertirse en un super hombre? Puedo decir con seguridad que el factor determinante en el vuelco que experimento Nietzsche fue LA DUDA, la duda como acicate en su proceso transformativo desde la fe a la hiper racionalidad.

Respecto a los conceptos del cual hacía mención, como el de “autodominio y autosuperación” y el de la “altiva majestad de la voluntad”, que en su sentido más noble no revisten sospecha, es más son loables. Pero cuando estos conceptos/vivenciales los re-direccionas no son más que condiciones derivadas del proceso transformativo anterior.  “Auto” es un prefijo que permite nombrar algo que “es propio” o “que funciona por uno mismo”, algo o alguien que es o hace algo “por si solo” Y si a este prefijo añadimos “dominio” o “superación”, tenemos la idea completa. Es a todas luces el desarrollo de conductas, actitudes, pensamientos y un posible estilo de vida encantado con las potencialidades humanas exprimidas al máximo de las cuales el ser humano sólo debe rendir explicaciones, agradecer y depender a ellas mismas, es decir a su yo, a su propio ser racional y capaz. ¿Dónde quedaron las tiernas palabras del joven Nietzsche encomendándose al Señor?

Sobre la “altiva majestad de la voluntad” podría decir algo muy similar respecto de la metamorfosis vivencial del estudiante de Schulpforta. En efecto, la voluntad es una facultad humana dada desde la misma existencia individual, es más, es el único poder del cual cuenta la raza humana para ser lo que desee ser. Sin duda que Nietzsche al irse acercando a su soñado centro de estudios ejerció este poder, según sus datos biográficos no le resulto fácil separarse de su lugar de origen, ya hemos leído sobre su lagrimas derramadas en su almohada o su “abrumadora nostalgia de casa”, pero avanzó, y concretó. Hizo uso de su “altiva” voluntad. 

Por “altiva” desde su pre proceso trasformativo debemos entender una fuerza de decisión dispuesta a sacrificar algo o a alguien en pos de un objetivo/anhelo, quien entiende así el uso de la voluntad a comprendido que significa por lo general un antes y un después, e aquí la nobleza y pureza del uso de la voluntad. Por “majestad” es notable advertir que hay detrás una reflexión notable, un reconocimiento de esta facultad como superior y determinante, ¡un poder que puede cambiar el mundo! E aquí su “majestad la voluntad”. Ahora, éstos mismos conceptos entendidos desde su post proceso educativo como estudiante de Schulpforta, cobran una naturaleza radicalmente distinta, pierden su inmaculada originalidad y con ella a aquel joven Nietzsche que mira al cielo dirigiendo una plegaria. En efecto, la expresión “altiva majestad de la voluntad” arranca con colores propios…

¿Qué hacer en este punto, dudar de la genuina experiencia religiosa pre proceso educativo de Nietzsche? ¿Fue mal educado en la vida cristiana o en realidad nunca se convirtió a la fe de sus padres?

Mi experiencia educativa ha sido algo similar, pero también algo distinta. No tuve un ministro religioso como padre, ni una familia cristiana en mi niñez y juventud, sin embargo, a temprana edad sentí inclinación a lo metafísico, al más allá, a lo espiritual, viniese de donde viniese. Ya adulto conocí las Sagradas escrituras y acepté a Jesucristo como salvador personal, y esta experiencia espiritual definitiva fue cimentada no sin problemas, pero finalmente establecida con tal rigor que ni los cientos de horas invertidos en estudios de leyes, ni las incontables lecturas en la escuela de teología ni mis diplomas o cursos en filosofía o psicología han logrado como creo le sucedió al joven Nietzsche mover una viga de mi firme fundamento, es más, toda la ciencia secular de la cual e gustado ha venido a contribuir a la artillería argumentativa y sapiencial destinada a la defensa de la fe y a la persuasión evangélica. Es por lo mismo que me permito con mucho respeto preguntarme sobre la experiencia apostática de Nietzsche. Preguntas que quedan abiertas para quien desee “tomar el testigo y seguir la carrera”.

Y para finalizar, quisiera contarles una anécdota. Hace años, saliendo de la universidad junto a un compañero de clases que es profesor de filosofía, charlábamos sobre ciertos escritores y pensadores y al enterarse que yo había decidido leer al filósofo Arthur Schopenhauer (del cual el mismo Nietzsche recibió gran influencia) me miró con asombro y me dijo: ¿Como tú siendo cristiano te arriesgas a leerlo? Es muy denso y desestabilizador, no te vaya hacer dudar y mover de tu base… A lo cual respondí: Amigo, si supieses cual es mi base y sobre que Maestro he edificado mi fe, tú me pedirías conocerlo y leerlo también…